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martes, 21 de junio de 2011

Diagnostico y ruta para la construcción del nuevo Constituyente

Diagnostico y ruta para la construcción del nuevo Constituyente

La existencia de un rasgo distintivo y fundamental de la actual situación nacional, lo representa que la legalidad constitucional y el estado de derecho gran burgués, ha sido totalmente e irreversiblemente roto.

La demostración elocuente de la anterior afirmación se expresa, entre otras pruebas, en los siguientes ejemplos:

1.- La imparable caída del poder adquisitivo de los salarios, la carencia de empleos suficientes y bien remunerados, la incesante alza en los productos y servicios de primera necesidad (tortilla, huevo, leche, electricidad, gas, gasolina, entre otros) muestra la aplicación implacable de la política neoliberal contra las masas trabajadoras y populares.  

2.- La negación jurídica y práctica de los principales derechos y conquistas de la clase trabajadora, que se expresan en los intentos de reforma laboral, cuyos fines son claramente anti-obreros. Esta reforma, enuncia la postura clara de la oligarquía para barrer los avances laborales producto de casi un siglo de luchas reivindicativas del proletariado mexicano, establecidas en el Artículo 123 Constitucional y en la Ley Federal del Trabajo.

3.- La tendencia prevaleciente en los círculos oficiales que privilegiando a las transnacionales de los alimentos, ha propiciado la caída impresionante de la producción agropecuaria del campo mexicano, provocando la salida de millones de campesinos hacia las grandes urbes nacionales, y sobre todo extranjeras, con toda su cauda de desintegración familiar y de fortalecimiento de los cárteles de la droga.

4.- El abandono gubernamental frente al evidente rezago educativo, cuyo resultado es la escalofriante cifra de más de 8 millones de jóvenes (casi un diez por ciento de la población nacional) que ni encuentran trabajo, ni lugar en la educación media y superior, refleja la conducta gubernamental para ignorar al Artículo Tercero Constitucional y avanzar en su privatización subrepticia.

5.- La lacerante complicidad e impunidad de las diferentes esferas del Estado mexicano en la ruptura de las libertades democráticas y derechos constitucionales y frente a los reclamos ciudadanos y populares de respeto a los derechos humanos y contra la asfixiante inseguridad pública, que ha llevado la criminalidad oficial y delincuencial a niveles sin precedentes en nuestra historia. La guerra declarada por el espurio titular del ejecutivo contra el “crimen organizado”, que ha dejado una estela trágica de ya más de 40 mil hogares enlutados, producto de la inconstitucional intervencion del ejército federal en labores que no le corresponden, expresa el desprecio de Calderón por acatar lo establecido por nuestra Carta  Magna, en materia de garantías individuales y constitucionales de los mexicanos.

6.- La completa subordinación de diversos funcionarios gubernamentales en favor de los grupos oligárquicos de la minería y contrarios a la vida autónoma de los organismos sindicales, y en especial del Sindicato Minero.

7.- La resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) del 5 de julio del 2010, respaldando al ejecutivo federal respecto de la constitucionalidad del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro (LyFC), que representa un golpe severísimo golpe, no solo contra este organismo público descentralizado y al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), sino más aún, en contra del conjunto de las empresas e instituciones públicas y del propio movimiento sindical de nuestro país.

7.-  La necedad del ejecutivo federal y de la clase política, muestra el grado de sumisión ante las políticas neoliberales dictadas por los centros financieros imperiales y seguidos puntualmente por la oligarquía nativa. Su manifiesta incapacidad para advertir siquiera, al abismo al que están conduciendo al país, que se refleja nítidamente en el  proceso  electoral del Estado de México, cuyas campañas soporíferas y carentes de contenido de todos los partidos políticos registrados,  vinculados a los diferentes grupos oligárquicos y de poder, alejados del interés de las mayorías populares pero con el uso indiscriminado de clientelismo y corrupción electoral, están llevando a un nivel de hartazgo pocas veces visto en un proceso electoral reciente. Partidos y franquicias electorales, sin arraigo ni representatividad real entre la población, prefiguran un ambiente de apoliticismo sumamente peligroso y cercano a la derechización y al fraude electoral, producto de la ausencia de alternativas políticas verdaderas para el pueblo trabajador.  

8.- En suma, las élites oligárquicas, sus partidos y clase política han venido cerrando toda posibilidad de lucha de los trabajadores y el pueblo, bajo márgenes medianamente legales y constitucionales, dejando sólo la salida de la confrontación abierta entre las diferentes clases sociales. Que cada quien haga su lectura y saque sus correspondientes conclusiones.

Las experiencias internacionales recientes nos demuestran que la lucha unitaria es posible, que todas las formas de lucha y organización son necesarias. Los pueblos árabes, africanos y ahora europeos, ponen la muestra de que los plantones permanentes sirven hasta para derrocar dictadores; los trabajadores griegos, franceses e italianos muestran que las huelgas obreras son útiles para enfrentar las políticas de austeridad; los jubilados ingleses y escoceses explican con su movilización que es posible detener los planes de privatización de los sistemas de pensión, los jóvenes y estudiantes españoles, portugueses y chilenos nos señalan que la indignación puede organizarse y posibilitar saltos en la lucha política; los pueblos boliviano y peruano, nos indican que los procesos electorales pueden permitir el cambio en la correlación de fuerzas, etc.

En nuestro país, se trata de recorrer nuestro propio camino, solo así tendremos oportunidad de avanzar en nuestro proceso de acumulación de fuerzas. Sin embargo, aún persiste la inmadurez y la carencia de verdaderos procesos unitarios y convergentes, pues más allá de ciertas declaraciones solidarias para con los movimientos en resistencia, todavía esas declaraciones no se traducen en acuerdos sólidos para concretar la tan necesaria unidad obrera y popular, que nos permita enfrentar y vencer a nuestros enemigos de clase.

Entonces se trata de construir los urgentes y necesarios lazos de la unidad proletaria a lo que debe abocarse en lo inmediato el Congreso Social. Más allá de la inmediatez de las tácticas electorales, si bien importantes, se encuentra la responsabilidad política para la construcción estratégica de los procesos unitarios, de base y de clase, postergar esta labor, solo aleja a los movimientos de la victoria y ofrece al enemigo de clase, la posibilidad de continuar golpeando a los trabajadores y el pueblo. Los procesos son una circunstancia, que sin la presencia esencial de las fuerzas proletarias solo postergan el triunfo del pueblo, nunca lo olvidemos, pues echarnos en los brazos de organizaciones no clasistas solo van a posponer nuestro protagonismo político y social.

Po lo tanto nos se trata de esperar los resultados de los procesos electorales del 2012, para saber si hacemos o dejamos de hacer, se trata de hacer ahora y aquí mismo, las tareas estratégicas del movimiento obrero y popular, saber:

  1. Construir los referentes convergentes de los movimientos sectoriales: obrero, campesino, indígena, urbano-popular, estudiantil, civil y social.
  2. Establecer la ruta para la construir al Congreso Social, los diferentes estados en la siguiente situación:

    b.1) En Hidalgo, Morelos, México, Puebla, Michoacán, Oaxaca y D.F.

    b.2) En San Luis Potosí, Jalisco,  Zacatecas, Guerrero, Chiapas y Tlaxcala.

    b.3) el resto del país.

    c) Determinar referentes u organizaciones serias y comprometidas que establezcan compromisos reales para la construcción de los procesos de base y de clase, respecto del Congreso Social.

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